jueves, julio 12, 2007

El show de las audiencias


Ellos quieren escribir la historia con sus propias manos. El papel donde quedará escrita su novela está manchado de sangre, coca y masacres. Sus dólares nunca lavarán sus pecados. Sus mujeres compradas en las ferias de moda y en Traquetolandia no embellecerán sus "mafionetas". Escriben paz con P de paramilitar. Amenazan el periodismo, pero sobre todo, amenazan la verdad, pues sus palabras de guerra y sus verdades, se escriben con V de Violencia. El show de las audiencias y el proceso de paz en los juzgados, esta lleno de zozobras

En medio de la zozobra trabajan los periodistas que cubren las audiencias judiciales de los desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en Medellín, capital del departamento de Antioquia. Con mayor frecuencia, su labor está siendo observada y documentada – a través de grabaciones y fotografías – con fines desconocidos. Adicionalmente, reciben mensajes y respuestas intimidantes en las entrevistas que llevan a cabo afuera del centro administrativo de esa ciudad, donde se realizan las diligencias. Además de autocensurar a los periodistas, este espiral de miedo y desconfianza comenzó a silenciar a las víctimas de las AUC, quienes habían salido del anonimato para exigir verdad y reparación.

El 15 de julio de 2003, el gobierno y las AUC firmaron el Acuerdo de Santa Fe de Ralito, según el cual este grupo armado se comprometió a desmovilizarse gradualmente hasta desaparecer. Hasta finales de 2006, el gobierno afirma que 31.671 combatientes de este grupo se han desmovilizado. Según informó el periódico ‘El Tiempo’ el 17 de junio pasado, seis meses después de iniciadas las audiencias preliminares de la Ley de Justicia y Paz (marco legal del proceso) y hasta entonces, 40 paramilitares de un total de 2.812 (no todos los desmovilizados tienen antecedentes penales o procesos en curso) han rendido versión libre en el país.

“Normalmente, en este tipo de eventos los periodistas se encuentran en el lugar mientras hacen ‘lobby’ para conseguir entrevistas. Como no pueden ingresar a los recintos donde los paramilitares rinden sus testimonios a los fiscales de Justicia y Paz, esperan afuera, donde confluyen familiares de víctimas y amigos de los mismos paramilitares”, explicó la Revista ‘Semana’ el pasado 8 de junio sobre la manera como se hace el cubrimiento. Es allí donde algunos desmovilizados de las AUC y desconocidos allegados a este grupo han registrado de manera sutil la actividad de los periodistas. Con algo de recelo y miedo, los comunicadores se acostumbraron a la extraña vigilancia: rondas en moto, fotografías y apuntes.

Intimidación y provocación

El pasado 6 de junio la situación se tornó crítica. Por un lado, el ex jefe paramilitar del ‘Bloque Élmer Cárdenas’, Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’, afirmó en la audiencia que la prensa era tendenciosa y estaba “infiltrada por la guerrilla”. Por el otro, en las afueras de la Fiscalía un grupo de desmovilizados, familiares y gente al parecer contratada para el efecto, realizaron una enorme concentración. Una manifestación de jolgorio que se convirtió en un ultraje y una provocación para el disminuido número de víctimas. Mientras los primeros celebraban, los segundos trataban simplemente de leer un comunicado con los delitos atribuidos a ‘El Alemán’.

El periódico ‘El Colombiano’ afirmó que se trató de por lo menos 370 seguidores del ex jefe paramilitar que llegaron en 13 buses de la población de Necoclí, con alimentación y alojamiento pago durante dos días.

Explicaron que apoyaban el “trabajo social” realizado por Rendón Herrera en la región de Urabá. Apabullaron y opacaron a las cerca de 70 víctimas, familiares y representantes de éstas, con un ‘carnaval’ con banda de música papayera, conjunto vallenato, danzas, papel picado, animación con megáfonos, aplausos, gritos y flores.

Fredy Rendón acompañó la manifestación de los desmovilizados bailando asomado por una ventana. Según le dijo una funcionaria de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación a un grupo de periodistas, Rendón explicó que pararía de bailar si realmente aliviara el sufrimiento de las víctimas, pero como no era así, continuaría haciéndolo.

Una periodista de un noticiero de televisión explicó la sensación generalizada de ese día:

Si bien otras veces hemos notado la presencia de ellos, pendientes de qué hablamos con las víctimas, ese día fue algo muy descarado. Todo el tiempo hubo dos tipos parados a menos de metro y medio. Nunca me dijeron nada, pero miraban de una manera agresiva, diciendo “aquí estamos”. Era una forma de intimidar. El camarógrafo me hacía señas, me decía “pilas con estos tipos”. La misión de ellos era estar pegados al lado mío como un chicle.

El temor ronda las salas de redacción y de prensa, y las preguntas son obvias: ¿para qué nos toman fotos, nos graban y nos siguen en las entrevistas que hacemos?, ¿qué uso le van a dar a ese material?, ¿qué va a venir en las próximas audiencias si no se toman las medidas necesarias?

“Es una forma de amedrentamiento e intimidación. No creemos que esas fotos se tomen para hacer una memoria o un libro histórico. Son fotos e imágenes individualizadas de cada uno de los periodistas”, comentó Fernando Cifuentes, periodista de Teleantioquia y Presidente de la Asociación de Periodistas de Antioquia (APA).

Como también son intimidaciones los calificativos de los desmovilizados, voceros políticos y jefes de prensa de las AUC para referirse a los periodistas. Las declaraciones de ‘El Alemán’ son apenas un ejemplo. En ocasiones han dicho públicamente frases como las siguientes: “Este es un periodista amigo del proceso…”, “este es un periodista enemigo del proceso…”, “hay periodistas menos responsables que otros…”.

Esta clasificación estigmatiza a los periodistas y los sitúa de manera arbitraria en uno u otro bando. Nuevamente, los interrogantes son lógicos e igualmente preocupantes: ¿quiénes son los hombres y mujeres que están en la lista de los ‘amigos’ del proceso y quiénes en la lista de ‘enemigos’? ¿Qué consecuencias puede traer ser considerado enemigo del proceso?

Restricciones para cubrir las audiencias

“No conozco una sala de audiencias, no conozco una sala de víctimas. Jamás he podido entrar. Dejan entrar una cámara de todos los medios para que grabe unos minutitos antes de la audiencia. Cómo se instaló, cómo está la sala de víctimas y para afuera”, indicó Fernando Cifuentes de APA.

En enero de 2007, la FLIP manifestó su preocupación por las contradicciones y confusiones en torno a la posibilidad de que se conocieran públicamente las versiones libres de los líderes paramilitares. Un mes antes – en diciembre de 2006 – la Fiscalía General de la Nación había expedido una resolución que permitía la presencia de las víctimas en esta etapa si probaban el daño sufrido y si renunciaban a la protección de su identidad.

No obstante, ante la inconformidad de medios de comunicación y asociaciones de víctimas, el fiscal general de la Nación, Mario Iguarán Arana, dijo después, a través de un comunicado, que la Fiscalía "no ha tenido ni tiene objeción alguna para que se transmitan por radio y televisión las versiones libres que rindan los postulados a la Ley de Justicia y Paz".

Este tema está incluido en la Ley de Justicia y Paz y fue revisado por la Corte Constitucional en su momento. El tribunal consideró que para aplicar las normas sobre reserva legal en este caso es necesario remitirse a las otras normas legales generales sobre reserva judicial. Pero seis meses después la confusión subsiste y ni la Fiscalía, la Corte Constitucional o el gobierno han avanzado en el tema. Hasta el día de hoy, ninguna audiencia preliminar ha sido transmitida y la cobertura periodística es del todo irregular, como lo señala Cifuentes.

Algunos periodistas han ingresado a escuchar algunas de las audiencias, pero sin la posibilidad de grabar o registrar las declaraciones de los ex paramilitares. Así, se limitan a las versiones que entregan en las afueras de la sala los familiares de las víctimas y sus voceros, desmovilizados o miembros de las Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Muchas de las informaciones se construyen a partir de testimonios de terceros.

Para los periodistas en Medellín, en el contexto de las audiencias se está jugando una batalla mediática. Los líderes paramilitares utilizan estos espacios para contradecir las informaciones periodísticas o para aclarar puntos que consideraron malinterpretados. De la misma manera, cada declaración que entregan a los periodistas está calculada, con la intención de influir en la agenda periodística y mantener un ambiente de suspenso o desconcierto. Frente a los micrófonos, los paramilitares prometen revelar pruebas contundentes en la próxima audiencia, como si se tratara de una novela. Y en ocasiones, son los propios desmovilizados quienes restringen a otros que intentan hablar con los medios.

A comienzos de junio de este año, la Fundación Villa de la Esperanza, organización civil cercana a las AUC, pagó una página completa en el semanario ‘El Espectador’ donde resaltaba la labor social del líder desmovilizado Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’, y lo calificaba como un “empresario de la paz”. El publirreportaje – similar a otro publicado por la misma ONG en el diario ‘El Tiempo’ para desagraviar al paramilitar ‘Cuco Vanoy’ – indignó a varios sectores de opinión y representantes de organizaciones de víctimas. Una semana después, ‘El Espectador’ emitió un comunicado donde se disculpaba por haber publicado “un reportaje publicitario que promovía las opiniones y las actuaciones de ciudadanos acusados de delitos atroces”…


Tomado de: http://www.flip.org.co/documentos/215-Informe%20FLIPYS.doc

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