jueves, julio 19, 2007

¿CUAL INDEPENDENCIA? LIBERA TU CONCIENCIA.








(Las imágenes que acompañan este texto son fotos de algunos de los grafitis con mensajes antimilitaristas elaborados por la Red Juvenil, pintados en el Boulevard de la 40 en Medellín, los cuales el Gerente del Centro de la ciudad Juan Bernardo Gálvez, calificó como actos de vandalismo)

Desde el año 2000 la Red Juvenil en conjunto con otras organizaciones, de mujeres, jóvenes, activistas comprometidos con el antimilitarismo han realizado acciones directas no violentas, al acto de celebración militar de la independencia colombiana, con el fin de afirmar y denunciar que en pleno siglo XXI somos más dependientes a las políticas extranjeras, a los préstamos de la banca multilateral y a los planes de ayuda militar, en detrimento de la salud, la educación y la libertad de todos y todas los colombianos.
Cada una de nuestras acciones busca evidenciar el desacuerdo con las celebraciones militares y reiterar que no hay independencia en Colombia, mientras mueran niños y niñas de hambre; mientras los pobladores del campo sean desplazados a la ciudad; mientras la tierra la tengan unos pocos y los grupos armados se apropien de la poca tierra que queda; mientras los jóvenes no accedan a la educación y sean constantemente reclutados a las filas de los ejércitos; mientras la salud siga siendo un negocio al que acceden los que más tienen; mientras los gobiernos se empecinen en atacar a la población, negar el conflicto armado interno que vivimos, a la vez que cobrar a los más pobres la guerra; mientras las libertades no se respeten y las criminalicen; mientras la diversidad sexual no sea reconocida como libertad; mientras el agua y los servicios públicos sean un negocio, en detrimento de los recursos y de los pobladores; mientras las victimas no se tomen en cuenta y se le den a los victimarios todas las garantías; y mientras la economía de guerra sea el sustento para mantener a los desfavorecidos en una guerra irregular donde no hay distinción entre el civil y el combatiente.
En años anteriores la idea ha sido interrumpir el acto militar, para mostrar que hay organizaciones y activistas sociales que no están de acuerdo con las celebraciones militares. Este año queremos realizar una ruta-carnaval en la cual, afirmaremos nuestra duda y poca credibilidad sobre la independencia; proponiendo una fiesta-parada antimilitarista para que cada ciudadano, transeúnte, habitante de las zonas del acto, reflexione, denuncie y construya formas de hecho a partir de la consigna y actitud de libera tu conciencia.
Tradicionalmente hemos estado acostumbrados a vivir el 20 de julio como el día de la independencia de Colombia, esto nos genera la siguiente pregunta: ¿en realidad ha sido la independencia sinónimo de libertad? Pensamos que en un contexto de guerra como el que vive nuestro país en la actualidad, la libertad está sustentada en el uso de las armas y la implementación de políticas de intervención militar para controlar los ejercicios de autonomía de la sociedad.
Viéndose inducida nuestra sociedad a continuar avalando acciones y comportamientos militaristas, como asignar a la población roles de vigilancia sobre sus vecinos, en búsqueda de un enemigo que han señalado los gobiernos de turno para legitimar las inversiones militares, los impuestos para la guerra, y el uso de las armas como la única forma de solucionar los conflictos sociales.
Los invitamos a que se hagan presentes en el acto, parada antimilitarista, a realizarse el viernes 20 de julio, en las horas de la mañana, en el lugar donde acontezca el acto de celebración militar de la independencia.
Más información en http://www2.redjuvenil.org/

miércoles, julio 18, 2007

Educar la educación

“Pink Floyd y su trabajo La pared (The Wall)
no hacen más que recordarnos
que la educación moderna logró su objetivo:
convertirnos en ladrillos idénticos para una inmensa pared”


(Las imágenes que acompañan este texto corresponden a las acciones del grupo de trabajo "Mesa por el derecho a la educación" http://www.parchejoven.com/)


En el libro “Los niños preguntan, los premios Nobel contestan”, un niño alemán le pregunta al japonés Kenzaburo Oé, Nobel de Literatura en 1994: “¿por qué los niños deben ir a la escuela?”. De una u otra manera, en la primaria, en la secundaria, en la universidad, todos nos hemos preguntado lo mismo: ¿por qué debemos ir a la escuela? Y aunque el abanico de respuestas puede ser amplio, éstas siempre terminan justificando proyectos de sociedad que parecen olvidar a los seres humanos. En todos los discursos siempre estará expuesta la educación como la clave para salir de la pobreza, de la violencia, del atraso, pero rara vez, se habla de la educación como una posibilidad para permitir seres humanos más felices.

Es apenas lógico que todos, en algún momento de nuestra vida escolar, sintiéramos el recreo y los descansos como los espacios donde realmente disfrutábamos de la escuela, donde compartíamos con los amigos, donde podríamos ser como realmente éramos. Los que pasamos por la escuela, sabemos muy bien que los descansos eran los pocos minutos de placer y libertad, dentro de las largas jornadas de saberes confusos y lecciones sin sentido para nuestras vidas.

La escuela, una institución que encuentra sus orígenes en el siglo XVIII, está en crisis. No sólo por las desastrosas cifras de deserción y de desencanto con ella, sino además por su incompetencia para adaptarse a los cambios sociales. Podemos decir, que hoy tenemos una escuela del siglo XVIII, con contenidos del siglo XIX, maestros del siglo XX y estudiantes del siglo XXI. Esa gran máquina de educar creada con la modernidad, a imagen y semejanza de los monasterios, las cárceles y los hospitales, parece seguir intacta: controlando los cuerpos, la manera de sentarnos y hablar, controlando los tiempos, ordenando que es válido de aprender y que no lo es, recordándonos que somos torpes y que ella nos corregirá. Muchos no aguantan, otros sobreviven, algunos triunfan y permanecen vivos.

Es compresible que una mente tan brillante como la de Einstein siempre hubiese tenido problemas con la escuela, pues allí se le reprobaba por no aprender las tablas de multiplicar. Einstein insistía en que éstas ya estaban en los libros y que era preciso preocuparse por otros misterios. Es sensato que uno de los grandes pensadores de Colombia, Estanislao Zuleta se haya retirado de la escuela porque ésta le robaba tiempo para sus propios estudios. El ensayista William Ospina nos recuerda que hombres como Buda, Sócrates, Cristo o Shakespeare que han influenciado enormemente la humanidad, no deben su grandeza a la escuela.

Por eso, quien precisamente necesita ser educada es la propia educación. Tal vez sea necesario olvidarnos de las fórmulas matemáticas y volvernos a asombrar por el misterio del cero, un número que es nada y a la vez es mucho; olvidarnos de las leyes de la biología y volver a preguntarnos porqué el cielo es azul, olvidarnos de las guerras y preguntarnos de nuevo porqué existe el amor. Seguramente cuando despertemos de nuevo la curiosidad, volveremos a las leyes y teorías para entenderlas o a las explicaciones de la ciencia para interrogarlas.

En Colombia, los informes rajan a nuestro sistema educativo. La Contraloría General de la Nación, estima que cada año se retiran 750.000 colombianos de las escuelas. Aunque las causas son múltiples y priman la pobreza y la falta de recursos, el 20% del total de los desertores, tienen muy clara la razón para dejar las aulas: La escuela no los motiva. Todo esto en un país donde los recursos para la guerra casi duplican los recursos destinados a la educación.

Son muchos los fenómenos que nos hablan de los absurdos de nuestra educación. De los cuatro millones de colombianos que han salido del país, en lo que se conoce como la diáspora colombiana, el 40% de ellos tienen título profesional. Una gran fuga de cerebros y mentes brillantes que reconocieron la paradójica realidad del país, donde se insiste en pensar la educación como la oportunidad para tener una mejor calidad de vida, pero realmente son los mafiosos, traficantes y delincuente quienes gozan de respeto y prestigio social. Llena de falsedades la escuela termina siendo la que menos enseña. Es afuera de ella donde destapamos sus grandes mentiras y paradojas. Lo saben y lo viven los miles de jóvenes que compiten por un puesto en la Universidad o quienes compiten por un empleo. La solidaridad que falsamente nos demanda la escuela, en la sociedad parece no servir de mucho. La ley es otra.

Colombia parece perder todas las materias. Reprobó matemáticas pues entregó todo a unos pocos. Perdió la clase de sociales, pues para acabar la pobreza mató a los pobres. También se rajó en geografía, dejó llenar los ríos de sangre y las montañas de coca. Perdió ética robando, matando y engañando. Perdió biología porque nunca supo valorar su selva, sus aguas, ni sus minas. Solo ganó la clase religión y eso que comprando algunas indulgencias.

Pero finalmente, ¿qué respondió Kenzaburo Oé? Luego de confesiones, rodeos, anécdotas de su infancia y profundas reflexiones, responde con la magia de sus palabras: vamos todos a la escuela, para aprender y jugar juntos, eso creo.

lunes, julio 16, 2007

PAIS DE NADIE

Llevamos más de 515 años condenados a la soledad
( Las imágenes que acompañan este texto corresponden al acto simbólico de fuego prendido a los instrumentos de guerra por parte de la Comunidad Nasa)

Nos hemos acostumbrado a privatizarlo todo; el desplazamiento es un problema de los desplazados, el problema de tierras es de indígenas y
campesinos, el problema de campesinos no es problema de negros, el problema de negros no es problema de indígenas, las violaciones de Derechos
Humanos son un problema de las ONG´s que representan a las víctimas y de las víctimas que buscan ser representadas, el problema del salario es
de los trabajadores y de sus patrones, el problema de la educación es de los maestros y de los estudiantes, el problema de la salud es de los
desatendidos y de los trabajadores del sector, el TLC es un problema de quienes protestan contra él y quienes protestan sólo lo hacen contra
lo que afecta su sector, la parapolítica y los paras son un problema del gobierno y la guerra y el terror son asuntos del Estado.

Acuerdo humanitario ya solamente para los desaparecidos, secuestrados y sus familias. A los sindicalistas asesinados los lloran sus sindicatos
y sus familiares, las elecciones son un problema de los políticos y de sus partidos, a los indígenas, afros y campesinos de distintas comunidades cuando los matan o desaparecen por algo será y eso es problema de ellos. Y así sin que esto tenga fin.

Cuando nosotros desde la humildad y el respeto decimos que nos convoca el desafío de sentir y compartir el dolor de todas y todos y de romper
la privatización de la infamia, no es solamente el régimen que nos oprime el que se opone a éste llamado, es también la costumbre que hace que
cada cual defienda lo suyo y llore su dolor entre los suyos. Así vamos separados sin tejer desde los dolores la razón común que nos causa la
opresión y la injusticia.

Los indígenas somos con tristeza las víctimas más antiguas de estos 515 años de persecución y es por el dolor de las víctimas que vamos a movilizarnos por la dignidad nacional ya, porque algún día nos depertaremos para derribar el muro que no nos deja sentir que todos somos
negros, indígenas, campesinos, secuestrados, desaparecidos, desplazados, exilados, amenazados...

Con todo respeto y por convicción llamamos a tejer desde el dolor un solo país y un sólo pueblo sin envidias y egoismos.

Texto compartido por la comunidad Nasa
http:/www.nasaacin.net/movilizacion07.htm